
ORDEN DE LA BIENAVENURADA VIRGEN MARIA DE LA MERCED PARA LA REDENCIÓN DE LOS CAUTIVOS
LIBRETO DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA CON EL RITO DE LA PROFESIÓN DE VOTOS SOLEMNES.
ANTÍFONA DE ENTRADA
El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que enviaste al mundo a manera de levadura la fuerza del Evangelio, concede a tus fieles que llamaste a vivir en el mundo en medio de las ocupaciones seculares, que, fervorosos en su espíritu cristiano, por medio de las tareas terrenales que desempeñan, colaboren sin cesar en la construcción de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo. . .
LITURGIA DE LA PALABRA
PRIMERA LECTURA
Del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan
Yo, Juan, tuve una visión: Vi una puerta abierta en el cielo, y la voz que había oído antes, semejante al sonido de una trompeta, me habló y me dijo: "Sube hacia acá y te enseñaré lo que va a suceder después".
Entonces fui arrebatado en espíritu y vi un trono puesto en el cielo, y alguien estaba sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono brillaba con destellos rojos, como una piedra preciosa transparente, y un resplandor como de esmeralda rodeaba el trono.
Alrededor de este trono vi otros veinticuatro tronos, y en los tronos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos con túnicas blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. Del trono salían relámpagos y truenos poderosos. Siete lámparas de fuego, que son los siete espíritus de Dios, ardían frente al trono, y delante de él había una especie de mar transparente, como de cristal.
En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. El primer ser viviente se parecía a un león; el segundo, a un toro; el tercero tenía cara de hombre, y el cuarto parecía un águila en vuelo. Los cuatro seres vivientes tenían seis alas cada uno y estaban llenos de ojos por dondequiera. Y no se cansaban de repetir día y noche: "Santo, santo, santo es el Señor, Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir".
Y cada vez que los seres vivientes alababan, bendecían y glorificaban al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro u o ancianos se postraban delante del que está sentado en el trono, adoraban al que vive por los siglos de los siglos, y depositaban sus coronas ante el trono, diciendo: "Señor y Dios nuestro, tú mereces recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado todas las cosas: tú has querido que ellas existieran y fueron creadas".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
(Salmo 150)
R/. Alabemos al Señor con alegría.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya, aleluya, aleluya.
Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R/.
Aleluya, aleluya, aleluya.
EVANGELIO (Lc 19, 11-28)
Del santo Evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola: "Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey y volver como tal. Antes de irse, mandó llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: 'Inviertan este dinero mientras regreso'.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: 'No queremos que éste sea nuestro rey'. Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a los empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno. Se presentó el primero y le dijo: `Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'. Él le contestó: 'Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'. Se presentó el segundo y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el señor le respondió: 'Tú serás gobernador de cinco ciudades'.
Se presentó el tercero y le dijo: 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó: 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno. Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.
Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo: 'Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia' ". Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
PARA LA PROFESIÓN SOLEMNE
El Maestro General o Delegado:
Hermano/s, ¿Qué le piden a Dios, a la Iglesia y a la Orden de la Merced?
Los candidatos responden:
La misericordia del Señor y la gracia de servir contigo, en tu honor, a la gloriosa Madre de
Cristo
Todos dicen:
Damos gracias a Dios.
HOMILÍA
INTERROGACIÓN DE LOS CANDIDATOS
203. Después de la homilía, el Maestro General interroga a los candidatos diciendo:
Queridos hermanos, con el sacramento del bautismo ya están muertos al pecado y consagrados a Dios: ahora, con la profesión solemne, ¿quieres comprometerte más intensamente a ella, buscar a Dios y en el amor al prójimo alcanzar la caridad perfecta
Los candidatos responden: Sí, quiero.
Maestro: ¿Quieres, con la gracia de Dios, seguir a Cristo y dar testimonio del Evangelio,
constantemente inspirado por la Virgen Madre, nuestra Señora?
Los candidatos responden: Sí, quiero.
Maestro: ¿Quieres anunciar el Reino de Dios, compartiendo con nosotros el estilo de vida
elegidos por los Apóstoles y seguidos por nuestros primeros Padres?
Los candidatos responden: Sí, quiero.
Maestro: ¿Quieres, apoyado en la fuerza del Espíritu, dedicar toda tu vida con generosidad
al servicio del pueblo de Dios?
Los candidatos responden: Sí, quiero.
204. El Maestro General confirma la intención de los candidatos con estas u otras palabras similares:
Dios Padre, que ha comenzado su obra en vosotros, la lleve a término, hasta el día de Cristo Jesús.
Todos: Amén.
205. Después del interrogatorio, todos se ponen de pie. El Maestro de pie, frente a ella.
asamblea, dice:
Queridos hermanos y hermanas, roguemos a Dios, Padre de misericordia, para que, por intercesión de la Santísima Virgen, de San Pedro Nolasco y de todos los Santos, derrama tu Bendición para estos hijos tuyos, que ha llamado a seguir a Cristo en su familia y confirmarlos en su santo propósito.
Todos se arrodillan y los candidatos se postran.
208. Después del canto de las Letanías, si todos están de rodillas, sólo el Maestro se levanta y
dice:
Acepta, Señor, la oración de tus siervos y con la gracia del Espíritu Santo dispón el corazón de nuestro hermano NN, para que mantenga siempre, con santa conducta, lo que hoy promete generosamente: con su vida se muestre discípulo de Cristo, con concordia, para ser nuestro hermano, Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
PROFESIÓN
(cada uno de los profesos ira delante del altar y pronunciara la profesión)
I. Yo, NN, movido por la Palabra de Dios y la gracia del Espíritu Santo,
Prometo a Dios Padre ser testigo de Cristo y de su Evangelio y cumplir el precepto de amor a Dios y a todos los hombres, con los ojos fijos en María, Madre y Sierva del Señor.
II. Por eso, ante toda la Orden y ante vosotros hermanos, signo de la Iglesia universal, y ante ti Fray NN, Maestro (General/provincial), con libre e iluminada voluntad, prometo solemnemente seguir a Cristo hasta la muerte en castidad, pobreza y obediencia. Por eso, prometo vivir fraternalmente con vosotros en la oración común, en la lectura orante de la Palabra de Dios, en la fracción del Pan, poniendo en común con vosotros esfuerzos, obras y bienes, según la Regla de San Agustín y las Constituciones de la Orden, para poder cumplir el precepto de
amar y alcanzar la caridad perfecta sirviendo al Señor, la Virgen Santísima
María de la Merced y todos los hombres.
III. Que la gracia de Dios misericordioso, la intercesión de Nuestra Señora de la Merced y el amor de los hermanos sostengan mi fragilidad y confirmen lo que he prometido.
212. Pronunciada la fórmula, el profeso besa al evangélico y dice:
Señor, confiando en tu Palabra
te doy mi palabra.
El Maestro General:
217. Oh Dios, por tu don florece la santidad en la Iglesia: a ti la alabanza de toda criatura. Al
inicio de los tiempos tú has creado un mundo bello y feliz y cuando tal fue trastornado por el pecado de Adán, tú le has dado la promesa de un nuevo cielo y una nueva tierra. Tú has confiado la tierra al hombre para que la fecundara con su propio trabajo por medio de los caminos del mundo dirigiera sus pasos hacia la ciudad del cielo. A tus hijos que por medio del bautismo has reunido en la Iglesia, tu distribuyes una grande variedad de carismas, para que algunos te sirvan
en santidad del matrimonio y otros, renunciando a las bodas por el reino de los cielos, participen de todos los bienes con los hermanos y unidos en la caridad lleguen a ser un solo corazón y ofrezcan una imagen de la comunidad celestial. Te suplicamos humildemente, oh Padre: envía tu Espíritu sobre estos hijos tuyos, que han adherido con fe a la palabra de Cristo. Refuerza su propósito y haz que inspiren toda su vida en el Evangelio. Revive en ellos el amor fraterno y la atención por todos los hombres, para que sean signo y testimonio que tu eres el único verdadero
Dios y amas a todos los hombres con amor infinito. Haz que sostengan con valentía las pruebas de la vida, reciban desde ahora el céntuplo prometido y después la recompensa para siempre. Por
Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
El Maestro:
Yo, fray NN, Maestro (General/provincial), junto con estos hermanos con alegría os acojo para siempre, en nuestra familia: de ahora en adelante todo será común entre nosotros y uno será nuestro compromiso de vida porque uno sólo es el Señor que seguimos, recorriendo el mismo camino.
DECIMOS TODOS:
¡Qué agradable y delicioso que los hermanos vivan unidos!
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, que quisiste salvar a todo el mundo por el sacrificio de tu Hijo, y llamas también a los laicos al trabajo apostólico, concédeles, por la fuerza de esta ofrenda, impregnar el mundo con el espíritu cristiano y ser fermento de santificación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
PREFACIO
Santa María, Madre del Redentor y administradora de la lana de la redención
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo hemos elevado al Señor.
V. Demos gracias al Señor nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad, es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Santo Padre,
Dios todopoderoso y eterno.
Por un designio admirable y providente de tu amor,
uniste a la gloriosa Virgen María a Cristo, tu Hijo,
en la obra de la salvación humana,
con un vínculo tan estrecho,
quien fue su Madre amorosa en su humilde nacimiento.
Asociado a su pasión en la cruz,
está ahora elevada a la ciudad celestial,
nuestra abogada
y dispensadora de los tesoros de la redención.
Ella siempre cuida con cariño maternal.
a los hermanos de su Hijo que están en peligro y ansiedad,
para que, rompiendo las cadenas de toda opresión,
puedan alcanzar la plena libertad de cuerpo y espíritu.
Por eso, con los ángeles y todos los santos,
al celebrar el memorial de la redención y del amor de tu Hijo,
te alabamos en su nombre y cantamos sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Habiendo participado de la abundancia de tu gracia, te rogamos, Señor, que, fortalecidos por el poder vivificante del convite eucarístico, tus fieles, que quisiste dedicados a las tareas temporales, sean valientes testigos de la verdad evangélica y en los ambientes en que trabajan hagan siempre presente y activa a tu Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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(LIBRETO VISADO POR EL CONSEJO GENERAL DE LA ORDEN)
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