interceded por nosotros ante el Señor Jesucristo.
Oración de dedicación
Hecho lo anterior, el obispo, de pie y sin mitra, junto al altar, dice en voz alta:
Te alabamos, Señor, te bendecimos, porque en tu inefable designio de amor determinaste que, superadas las diversas figuras que en otro tiempo prefiguraban el altar definitivo, fuese el mismo Cristo quien les diese cumplimiento.
Noé, segundo origen de la raza humana, calmadas las aguas del diluvio, construyó un altar y te ofreció un sacrificio que tú, Padre, aceptaste como un calmante aroma, renovando tu alianza de amor con los hombres.
Abraham, nuestro padre en la fe, sometiéndose de corazón a tu mandato, levantó un altar, porque, en aras de tu voluntad, no te negó a su hijo amado.
También Moisés, mediador de la Ley antigua, erigió un altar y lo roció con la sangre del cordero, como si Todo ello Cristo, con su misterio pascual, hizo que pasara de signo a realidad plena; él, en efecto, sacerdote y víctima, subió al árbol de la cruz y se ofreció a ti, Padre, como oblación pura, para borrar los pecados de todo el mundo y establecer la nueva y eterna alianza. gno profético que anunciaba el ara de la cruz.
Por eso, Señor, te rogamos que derrames sobre este altar,
construido en el lugar de tu asamblea santa, la plenitud de tu bendición celestial, para que sea un ara dedicada para siempre al sacrificio de Cristo y sea también la mesa del Señor, donde tu pueblo se alimente en el convite sagrado.
Esta piedra, pulimentada por el trabajo humano, sea para nosotros signo de Cristo,
A: Amén
Unción del altar
Luego, el obispo se quita, si es necesario, la casulla y toma un gremial, y va al altar con el
diácono u otro ministro que lleva el recipiente con el crisma.
S: El Señor santifique con su poder este altar que vamos a ungir, para que exprese con una señal visible el misterio de Cristo que se ofreció al Padre por la vida del mundo.
Incensación del altar
Después del rito de la unción, se coloca sobre el altar un brasero para quemar incienso.
S: Suba, Señor, nuestra oración como incienso en tu presencia y, así como esta casa se llena de suave olor, que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.
Revestimiento e iluminación del altar
Terminada la incensación, algunos ministros cubren el altar con el mantel y lo adornan, según sea oportuno, con flores; colocan adecuadamente los candelabros con los cirios requeridos para la celebración de la misa y también, si es del caso, la cruz.
Después, el diácono se acerca al obispo, el cual, de pie, le entrega un pequeño cirio encendido
S: La luz de Cristo ilumine la mesa del altar y que, con ella, brillen los comensales de la Cena del Señor.
El diacono va al altar y enciende los candelabros y prepara los dones
Cuando ya son presentados el obispo se pone de pie, besa el altar, inciensa los dones
R/. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
S: Dios, reconocemos que todo lo que tenemos proviene de ti. Ayúdanos a dar generosamente y con alegría, sabiendo que multiplicarás lo que damos. Que estas ofrendas sean una bendición para otros, y que glorifiquen tu nombre.
R/. Amén.
S: El señor este con ustedes
R/. Y con tu espíritu
S: Levantemos el corazón
R/. Lo tenemos levantado hacia el señor
S: Demos gracias al señor nuestro Dios
R/. Es justo y necesario
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, señor padre santo Dios todopoderoso y eterno por cristo, señor nuestro.
Porque en esta casa visible que hemos construido donde reúnes y proteges sin cesar a esta familia que hacia ti peregrina manifiestas y realizas de manera admirable el misterio de tu comunión con nosotros
En este lugar, señor, tú vas edificando aquel templo que somos nosotros, y así la iglesia, extendida por toda la tierra, crece unida, como cuerpo de cristo, hasta llegar a ser la nueva Jerusalén verdadera visión de paz.
Por eso, señor, te celebramos en el templo de tu gloria y con todos los ángeles te bendecimos y glorificamos disiento
SANTO, SANTO, SANTO…
Se acercan los concelebrantes
CCP: Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que, por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Enseña el cuerpo del señor a la asamblea
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Enseña la sangre del señor a la asamblea.
Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
R/: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.
CCP: Así, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella a la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
CC1:Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, la Virgen de Cervellón y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
CC2:Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Clemente III, a nuestro Obispo Samuel Reyes de Jesús, a este siervo indigno tuyo al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
CCP: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
A: Amén
Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
El diacono invita al pueblo a darse la paz con estas palabras
Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.
S: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
R/. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.
El Cuerpo y la sangre de Cristo nos guarden para la Vida eterna.
R/. Amén.
El celebrante comulga y abre espacio para que los demás comulguen mientras da la comunión mientras suena el canto de comunión.
Al terminar el diacono purifica los vasos sagrados y sigue la celebración con el rito de conclusión
RITO DE CONCLUSION
S: OREMOS
Reanimados en las fuentes de la salvación, te pedimos, Padre, que, por la intercesión de santa Escolástica y uniéndonos cada día más íntimamente a Cristo, merezcamos tener parte en tu reino Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Palabras de Pbro Fray Emmanuel Murillo Q. Rector del Santuario
El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R/. Amén.
Pueden ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.
El celebrante y los con celebrantes se hacer can al altar, lo besan y empiezan la procesión de salida.
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