LIBRETO | CONSAGRACION SANTUARIO SANTA MARIA DE CERVELLÓN

 


SANTA MISA DE CONSAGRACION  DEL ALTAR

DEL SANTUARIO DE SANTA MARIA DE CERVELLÓN


RITOS INICIALES

NO SE BESA EL ALTAR NI SE INCIENSA

S: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
A: Amén.

S: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos ustedes.
A: Y con tu espíritu.

BENDICION Y ASPERSION DEL AGUA

Llenos de alegría, queridos hermanos, nos hemos reunido para dedicar
un nuevo altar con la celebración del sacrificio del Señor. Participemos
con atención, oyendo con fe la palabra de Dios, acerquémonos con
alegría a la mesa del Señor y levantemos nuestros corazones hacia la
santa esperanza. Al congregarnos junto al mismo altar, nos acercamos a
Cristo, piedra viva, en el cual crecemos para formar un templo santo.
Pero antes dirijamos nuestras súplicas a Dios, para que se digne bendecir
esta agua, creatura suya, con la cual seremos rociados, en señal de
penitencia y en recuerdo del bautismo, y con la cual será purificado este
altar.

Y todos oran, por unos instantes, en silencio. Luego, el obispo continúa:
Dios, Padre nuestro, fuente de luz y de vida,
que tanto amas a los hombres
que no sólo los alimentas con solicitud paternal,
sino que los purificas del pecado con el rocío de la caridad
y los guías constantemente hacia Cristo, su Cabeza;
y así has querido, en tu designio misericordioso,
que los pecadores, al sumergirse en el baño bautismal,
mueran con Cristo y resuciten inocentes,
sean hechos miembros suyos y coherederos del premio eterno;
santifica con tu bendición esta agua, creatura tuya,
para que, rociada, sobre nosotros,
sea señal del bautismo,
por el cual, lavados en Cristo,
llegamos a ser altar espiritual;
concédenos a nosotros
y a cuantos en este altar celebrarán los divinos misterios
llegar a la celestial Jerusalén.
Por Jesucristo nuestro Señor.

A: Amén

Después de la aspersión, el obispo regresa a la cátedra y, terminado el canto, dice de pie, con
las manos juntas:
Dios, Padre de misericordia,
a quien dedicamos este nuevo altar en la tierra,
perdone nuestros pecados,
y nos conceda ofrecerle eternamente, en su altar del cielo,
el sacrificio de alabanza.

A: Amén

Entonan el Himno del Gloria.

OREMOS

Oh, Dios, tú quisiste atraer todas las cosas
hacia tu Hijo levantado en el ara de la cruz;
llena con la gracia del cielo a tu Iglesia
que te dedica esta mesa de altar,
en torno a la que, generosamente, vas a alimentar a tus fieles,
y, por la efusión del Espíritu,
a convertirlos en pueblo a ti consagrado para siempre.
Por Nuestro Señor Jesucristo.

A: Amén


LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA.

LECTURA DEL LIBRO DE GENÉSIS 22, 6-14
Tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo, y tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Y los dos iban juntos y habló Isaac a su padre Abraham, y le dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, hijo mío. Y dijo Isaac: Aquí están el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y Abraham respondió: Dios proveerá para sí el cordero para el holocausto, hijo mío. Y los dos iban juntos llegaron al lugar que Dios le había dicho y Abraham edificó allí el altar, arregló la leña, ató a su hijo Isaac y lo puso en el altar sobre la leña entonces Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo mas el ángel del SEÑOR lo llamó desde el cielo y dijo: ¡Abraham, Abraham! Y él respondió: Heme aquí y el ángel dijo: No extiendas tu mano contra el muchacho, ni le hagas nada; porque ahora sé que temes a Dios, ya que no me has rehusado tu hijo, tu único entonces Abraham alzó los ojos y miró, y he aquí, vio un carnero detrás de él trabado por los cuernos en un matorral; y Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo y llamó Abraham aquel lugar con el nombre de El SEÑOR Proveerá, como se dice hasta hoy: En el monte del SEÑOR se proveerá.

L: Palabra de Dios.
A: Te alabamos señor.

SALMO RESPONSORIAL  
Salmo 27 (26)

L: El Señor es mi luz y mi salvación.

*El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/

*Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/

*Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro. R/

*Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/

SEGUNDA LECTURA

LECTURA DEL LIBRO DE LEVÍTICO 6, 12-13
Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. 

L:Palabra de Dios
A:Te alabamos señor

Se entona el ALELUYA mientras el obispo bendice al diacono que proclamara el Evangelio
Diacono: Padre dame tu Bendición
Obispo: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio; en el nombre del Padre, y del Hijo +, y del Espíritu Santo
Diacono: Amén

PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO

Diacono: El señor este con Ustedes.
Asamblea: Y con tu espíritu.

Diacono: Proclamación del Santo Evangelio Según San Marcos.
Asamblea: Gloria a ti señor.

Jesús les dijo: «Esto es mi sangre, y con ella Dios hace un trato con todos ustedes. Esta sangre servirá para que muchos puedan ser salvos. Será la última vez que yo beba este vino con ustedes. Pero cuando estemos juntos otra vez en el reino de Dios, entonces beberemos del vino nuevo

Diacono: Palabra del Señor
Asamblea: Gloria a ti señor Jesús

HOMILIA

CREDO DE LOS APOSTÓLES

Creo en Dios Padre, 
Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo,
Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso.

Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable.

Amén.



ORACIÓN DE DEDICACIÓN Y UNCIONES
Letanias de los Santos

S: Que nuestras plegarias, queridos hermanos, suban a Dios Padre
todopoderoso, por Jesucristo, el único Mediador, al cual se hallan
asociados todos los santos como partícipes de su pasión y comensales
del banquete del reino celestial

Diacono: Pongamonos de Rodillas

SE CANTAN LAS LETANIAS

Acabadas las letanías, el obispo (si está arrodillado, se pone de pie), con las manos extendidas,
dice:
Te pedimos, Señor, que por la intercesión de la Virgen Santa María y de todos los santos, aceptes nuestras súplicas, para que en este altar se realicen los grandes misterios de la salvación: que aquí tu pueblo te ofrezca el sacrificio de tu Hijo, te manifieste sus deseos y súplicas y aumente su amor y su fe. Por Jesucristo nuestro Señor
 A: Amén

Diacono: Pueden levantarse.


Colocación de las reliquias
 El obispo va al altar. Un diácono o un presbítero lleva las reliquias al obispo, quien las coloca en el sepulcro preparado para recibirlas. Mientras tanto, se canta una de las antífonas siguientes, con el salmo 14 (sin Gloria al Padre), u otro canto adecuado:
S: Santos de Dios, que habéis recibido un lugar bajo el altar,
interceded por nosotros ante el Señor Jesucristo.
 Por Jesucristo nuestro señor
A: Amén


Oración de dedicación
Hecho lo anterior, el obispo, de pie y sin mitra, junto al altar, dice en voz alta:
Te alabamos, Señor, te bendecimos, porque en tu inefable designio de amor determinaste que, superadas las diversas figuras que en otro tiempo prefiguraban el altar definitivo, fuese el mismo Cristo quien les diese cumplimiento.
Noé, segundo origen de la raza humana, calmadas las aguas del diluvio, construyó un altar y te ofreció un sacrificio que tú, Padre, aceptaste como un calmante aroma, renovando tu alianza de amor con los hombres.
Abraham, nuestro padre en la fe, sometiéndose de corazón a tu mandato, levantó un altar, porque, en aras de tu voluntad, no te negó a su hijo amado.
También Moisés, mediador de la Ley antigua, erigió un altar y lo roció con la sangre del cordero, como si Todo ello Cristo, con su misterio pascual, hizo que pasara de signo a realidad plena; él, en efecto, sacerdote y víctima, subió al árbol de la cruz y se ofreció a ti, Padre, como oblación pura, para borrar los pecados de todo el mundo y establecer la nueva y eterna alianza. gno profético que anunciaba el ara de la cruz.
Por eso, Señor, te rogamos que derrames sobre este altar,
construido en el lugar de tu asamblea santa, la plenitud de tu bendición celestial, para que sea un ara dedicada para siempre al sacrificio de Cristo y sea también la mesa del Señor, donde tu pueblo se alimente en el convite sagrado.
Esta piedra, pulimentada por el trabajo humano, sea para nosotros signo de Cristo,
A: Amén

Unción del altar
 Luego, el obispo se quita, si es necesario, la casulla y toma un gremial, y va al altar con el
diácono u otro ministro que lleva el recipiente con el crisma.

S: El Señor santifique con su poder este altar que vamos a ungir, para que exprese con una señal visible el misterio de Cristo que se ofreció al Padre por la vida del mundo.

Incensación del altar
 Después del rito de la unción, se coloca sobre el altar un brasero para quemar incienso.
S: Suba, Señor, nuestra oración como incienso en tu presencia y, así como esta casa se llena de suave olor, que en tu Iglesia se aspire el aroma de Cristo.

Revestimiento e iluminación del altar
Terminada la incensación, algunos ministros cubren el altar con el mantel y lo adornan, según sea oportuno, con flores; colocan adecuadamente los candelabros con los cirios requeridos para la celebración de la misa y también, si es del caso, la cruz. 
Después, el diácono se acerca al obispo, el cual, de pie, le entrega un pequeño cirio encendido
 
S: La luz de Cristo ilumine la mesa del altar y que, con ella, brillen los comensales de la Cena del Señor.

El diacono va al altar y enciende los candelabros y prepara los dones

Cuando ya son presentados el obispo se pone de pie, besa el altar, inciensa los dones 

S: Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

R/. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

S: Dios, reconocemos que todo lo que tenemos proviene de ti. Ayúdanos a dar generosamente y con alegría, sabiendo que multiplicarás lo que damos. Que estas ofrendas sean una bendición para otros, y que glorifiquen tu nombre. 

R/. Amén.

S: El señor este con ustedes

R/. Y con tu espíritu 

S: Levantemos el corazón

R/. Lo tenemos levantado hacia el señor

S: Demos gracias al señor nuestro Dios

R/. Es justo y necesario

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, señor padre santo Dios todopoderoso y eterno por cristo, señor nuestro.

Porque en esta casa visible que hemos construido donde reúnes y proteges sin cesar a esta familia que hacia ti peregrina manifiestas y realizas de manera admirable el misterio de tu comunión con nosotros
En este lugar, señor, tú vas edificando aquel templo que somos nosotros, y así la iglesia, extendida por toda la tierra, crece unida, como cuerpo de cristo, hasta llegar a ser la nueva Jerusalén verdadera visión de paz.

Por eso, señor, te celebramos en el templo de tu gloria y con todos los ángeles te bendecimos y glorificamos disiento

SANTO, SANTO, SANTO…

Se acercan los concelebrantes

CCP: Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que, por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos.
Enseña el cuerpo del señor a la asamblea


Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos.
Enseña la sangre del señor a la asamblea.

Éste es el Misterio de la fe, Cristo nos redimió.
R/: Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas.

CCP: Así, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella a la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.

CC1:Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, la Virgen de Cervellón y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.

CC2:Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Clemente III, a nuestro Obispo Samuel Reyes de Jesús, a este siervo indigno tuyo al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes. 

CCP: Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
A: Amén

Llenos de alegría por ser hijos de Dios, digamos confiadamente la oración que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

La paz del Señor esté siempre con ustedes.

R/. Y con tu espíritu.

El diacono invita al pueblo a darse la paz con estas palabras

Como hijos de Dios, intercambien ahora un signo de comunión fraterna.

S: Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R/. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

El Cuerpo y la sangre de Cristo nos guarden para la Vida eterna.

R/. Amén.

El celebrante comulga y abre espacio para que los demás comulguen mientras da la comunión mientras suena el canto de comunión.

Al terminar el diacono purifica los vasos sagrados y sigue la celebración con el rito de conclusión

RITO DE CONCLUSION
S: OREMOS
Reanimados en las fuentes de la salvación, te pedimos, Padre, que, por la intercesión de santa Escolástica y uniéndonos cada día más íntimamente a Cristo, merezcamos tener parte en tu reino Por Jesucristo, nuestro Señor. 
R/. Amén.

Palabras de Pbro Fray Emmanuel Murillo Q. Rector del Santuario

El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
R/. Amén.

Pueden ir en paz.
R/. Demos gracias a Dios.

El celebrante y los con celebrantes se hacer can al altar, lo besan y empiezan la procesión de salida.










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